martes, 25 de junio de 2013

La Ficción del Bullying



En esta sociedad en búsqueda de la perfección, se ha tornado más difícil la convivencia debido al individualismo y a la poca tolerancia a la frustración. La agresión no puede faltar en el día a día, la intimidación y el abuso de poder son parte de las  actividades laborales, el sometimiento es una forma de convivencia y el chantaje se muestra hasta romántico si de relaciones afectivas se trata. 

En una sociedad con estas características, no es de extrañarse, que un término como el de “Bullying” se haya popularizado. Inicialmente el concepto comenzó por referirse a situaciones de abuso en el ámbito escolar pero su uso se extendió, no siempre fielmente, a otros escenarios: el familiar, el laboral y el de relaciones de pareja, por mencionar sólo algunos.

El etiquetar nuestros actos con el término “Bullying” genera la ficción de entender lo que pasa y, más importante aún, de creer que se ha tomado responsabilidad al respecto. Bajo esta ilusión y con el objetivo de atender los conflictos que de dichas conductas devienen, las medidas aplicadas en el ámbito escolar, familiar y laboral han sido evidenciar al agresor, atender al agredido y aislarlos tratando de  evitar la interacción.

Surgen entonces las preguntas: ¿Es posible disminuir la agresión poniendo en evidencia a quien la ejerce? ¿Proteger a quien es sometido, previene la intimidación? ¿Separar a los involucrados en un conflicto es tomar responsabilidad de éste?

Desde nuestra perspectiva, las conductas de acoso, agresión, intimidación, abuso, chantaje así como las conductas de sumisión y extrema pasividad, son demandas mal formuladas de amor y reconocimiento que se relacionan con cada una de nuestras experiencias familiares que, sin duda alguna, son las que direccionan nuestra particular manera de establecer vínculos afectivos. Bajo esta ópitca, sostenemos que para atender el “Bullying” hay que mirar al sujeto más allá de la etiqueta; esto es, darle lugar, mediante la palabra, a aquellas necesidades y demandas que han permanecido irreconocidas e innombradas. Dicho de otra manera, para no actuar nuestra agresión hay que poner ésta en palabras.

Si al leer estas líneas, encuentras que el término “Bullying” es insuficiente para entender y explicar lo que te pasa a ti, o a alguien cercano, entonces quizá sea  pertinente buscar un espacio en el que te puedas preguntar y responder: ¿Yo, qué necesito?


martes, 16 de abril de 2013

¿Trastornos de la Alimentación o Historias Sobre la Mesa?


Comúnmente se dice, y esto tiene mucho de verdad, que comer es de los mayores placeres que podemos tener los seres humanos. Todos tenemos recuerdos relacionados con “la hora de la comida”. Alrededor de la mesa desfilan infinidad de costumbres, tradiciones, celebraciones, sentimientos y emociones. Es así, que no sólo comemos por comer sino que a los alimentos les conferimos un valor a partir de nuestras experiencias.

Hoy en día existe una creciente preocupación por los llamados Trastornos de la Alimentación. Éstos comprenden la Anorexia Nerviosa, la Bulimia y Trastornos no Especificados. Son muchas las creencias que se tienen en torno a estos trastornos; quizá la más sobresaliente sea que es una enfermedad causada por un vanidoso deseo de adelgazar y una ansiedad excesiva por el aspecto físico y el peso corporal. Siendo esto una consecuencia de la sobreexposición a los medios de comunicación y a la identificación con figuras famosas o imágenes publicitarias.

Actualmente, en este mundo posmoderno, la atención se centra en los síntomas físicos de quienes padecen estos trastornos. La evolución y evaluación de los tratamientos suministrados es medida en cantidad de kilos ganados o perdidos frente al espejo.

Nosotros, el Grupo de Psicólogos De(s)cire, sostenemos que, si bien en los mencionados trastornos de la alimentación, la imagen y el peso corporal son importantes elementos que deben ser atendidos, no son los únicos factores que se ponen en juego. ¿Considerar que el temor a ganar peso es la causa de los trastornos de la alimentación, no sería acaso olvidar los recuerdos relacionados con “la hora de la comida” o ignorar esa infinidad de costumbres, tradiciones, celebraciones, sentimientos y emociones que desfilan alrededor de la mesa? ¿Abordar el comer como un mero acto de supervivencia no dejaría de lado el placer que del comer se deriva? ¿Cuantificar kilogramos no sería asumir que “sólo comemos por comer”?

Desde nuestra perspectiva, los Trastornos de la Alimentación, tendrán tantas definiciones como pacientes, pues dichos padecimientos responden a cómo cada sujeto se ha relacionado afectivamente con la comida a lo largo de su vida. Sostenemos que más allá de buscar causas o medir síntomas, es imprescindible abrir un espacio en el que la persona se permita escuchar su propia historia y a través de la escucha, atienda su sentir, sus recuerdos y el valor que le confiere a sus experiencias.  

Por tanto, en nuestra relación con la comida, es indispensable ocuparnos de rescatar nuestra propia historia.


lunes, 18 de febrero de 2013

¿Sabes qué es la Posmodernidad y qué relación tiene con nuestros Afectos?



¿En alguna ocasión has escuchado hablar de anorexia, bulimia y demás trastornos de la alimentación; también de bullying, agresión extrema, falta de control de impulsos; ataques de pánico, ansiedad, “burnout” o estrés laboral; déficit de atención, hiperactividad, trastorno de Asperger; quizás trastornos adictivos de consumo o de imagen, o la más reciente de las adicciones, la nomofobia o adicción a los celulares?

Seguramente tu respuesta a esta pregunta es afirmativa. Quizá identifiques a alguna persona que presenta una o varias de estas nuevas sintomatologías e incluso sepas de algún otro trastorno que no se encuentra en la lista anterior, ya que ésta crece día con día.

Pues bien, desde el punto de vista psicológico, estas “nuevas enfermedades” son el resultado del mundo al que nos enfrentamos los seres humanos hoy en día. Un mundo que se caracteriza por ser tecnológicamente avanzado y perfecto, pero afectivamente limitado; desbordante en medios de comunicación, pero más aislado que nunca, individualista, exigente e inmediato, dando paso con ello a la frustración, la insatisfacción y la desesperanza como características principales. Un mundo posmoderno en donde el sujeto ha dejado de serlo para convertirse en simple objeto, a merced del flujo incesante de las mercancías. Un espacio en donde la sentencia de “lo que hoy pienso y siento, no sé si lo mantendré mañana” está a la orden del día y el “no pienso, no hago, no escucho” son las primeras tarjetas de presentación. Un mundo que muchos han decidido nombrar como una nueva era,  la era de la posmodernidad, aunque para otros sólo sea: la era del vacío.

Cada una de estas nuevas sintomatologías tiene algo importante que decir, y si ha aparecido en las sociedades de nuestro tiempo es por una justa razón. Por nuestra parte, el Grupo de Psicólogos DE(S)CIRE rescataremos algunos de estos temas y los plasmaremos en un escrito, que a manera de folleto informativo queremos compartir contigo mensualmente, para invitarte a que te tomes un espacio para leer y reflexionar.